Hubiese querido que el amor
se hubiese quedado adentro,
enterrado en cada gota roja
que en mi ser habita hoy.
Y hubiese querido conocer
a quien amé, antes de amar.
Y hubiese preferido quizá,
una historia sin suspensos,
sin puntos finales ni metáforas.
Hubiese preferido saber
antes de andar, que aquél
ego flaco y desnutrido iba
de mi alma a ser quebranto
y de mi alma un seco llanto
y a mi alma pura catarsis.
Yo hubiese preferido besos,
abrazos, detalles y pasa días,
flores, cartas, fotos, marcos,
orgasmos, conversaciones...
Hubiese querido el cielo negro
y lunas plateadas, llenas, lindas
en vez de huidas en la tormenta.
Yo hubiese querido tantas cosas
que no hubiese aprendido jamás
a quererme a solas primero y
a brillar mis zapatos cada noche
y pintarme los ojos para el baile.
Hubiese querido tantas cosas yo,
que me hubiesen hecho olvidar
que la compañía no se espera,
no se mendiga, no se suplica,
no se pide ni se reclama; llega.
Hubiese preferido amarlo más,
pero el día es hoy lo importante;
el sol y las famosas aves blancas
que decoran siempre los versos
de los poetas más grandes...
Hoy digo que hubiese yo mil veces
preferido amarlo más tiempo,
pero amarme le resultó mejor
al Universo, que me hizo llorar
y me hizo al mismo tiempo
reina de mi soledad, reina amante
de las noches y de mí misma.
El Universo que me traicionó
para bien, para crecer y madurar.
Nota: El tiempo no sana, sanas tú con el tiempo si te das el espacio necesario para estar herid@. Algunas personas sanan más rápido que otras las heridas, pero siempre se sana. Solo hay que desesperar cuando sea necesario y esperar siempre a que las cosas mejoren.
