No se cuando las casualidades
fueron inventadas, construidas,
manejadas, sentidas, crecientes,
pero todo lo casual con palabras
se hizo carne como un Cristo
como un drama clásico exquisito
y las palabras llegaron al trago
y a la cerveza y a sonar las cuerdas
y llegaron a una indumentaria dichas
las palabras llegaron a sus posturas
de rojos, negros y blancos colores
para aterrizar en un quinto balcón ajeno,
los cuatro y los dos en un balcón
con las mismas palabras anglosajonas
convertidas en academia de pueblo.
Dije todas las palabras que pude
los deseos torpes y dormidos de dama
y los misterios sigilosos de caballero
arroparon las estrellas en vigilia
y San Juan fue santo y calló todo a solas
y no dijo con las palabras que dije yo
lo que se convirtió en un roce metafórico
de distancias acercadas por lo casual
y lejanías entre una primera metrópolis
y la añorada riqueza de colonia huida
fundidas en un beso de pieles y eles
y zetas con sonidos de ches y eses
y encuentro de corridas y venidas, jotas
que son lo mismo y se dicen distintas.
La magia de las palabras creció siempre
y el tiempo era siempre poco y traidor
insuficiente y rápido y cada vez menos
dando siempre más a las fronterizas manos
que me tocaban y lo tocaban de nervios.
Las palabras se consolaron en esperas,
en labios con labios con pieles con pieles
y miradas con ojos extraños y tan de cerca
que nacieron raíces a mi vientre poblado
de soledades y realidades incompletas,
las llamas quemaron el recuerdo de aquél
primer cenicero al que fui fuego ardiente.
Las llamas quemaron el conformismo
todo ha sido un cambio de fuego y sol,
ahora tres lunas lo han sido todo y más
me pesa que sea lunes y ayer domingo
y que no haya otro tropiezo con aquella
desesperada casualidad que comenzó
pura y sigilosa, con palabras, cuerdas,
indumentarias, fronteras y patriotismos.
Me pesa que mi respiración ya esté seca
y no la mojes con tu tacto ido a mi rostro
poniendo a prueba mi fortaleza al no
y mi resistencia al sí con tanta música
y tus dichas miradas de mí divergentes
al cristal y a las personas mientras palabras
se sumaban siempre a la experiencia esa
que fuimos con sudor y luces casi tenues.
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