El tiempo es una caverna.

Monday, November 11, 2013

Utopía de Santiago

No se cuando las casualidades
fueron inventadas, construidas,
manejadas, sentidas, crecientes,
pero todo lo casual con palabras
se hizo carne como un Cristo
como un drama clásico exquisito
y las palabras llegaron al trago
y a la cerveza y a sonar las cuerdas
y llegaron a una indumentaria dichas
las palabras llegaron a sus posturas
de rojos, negros y blancos colores
para aterrizar en un quinto balcón ajeno,
los cuatro y los dos en un balcón
con las mismas palabras anglosajonas
convertidas en academia de pueblo.

Dije todas las palabras que pude
los deseos torpes y dormidos de dama
y los misterios sigilosos de caballero
arroparon las estrellas en vigilia
y San Juan fue santo y calló todo a solas
y no dijo con las palabras que dije yo
lo que se convirtió en un roce metafórico
de distancias acercadas por lo casual
y lejanías entre una primera metrópolis
y la añorada riqueza de colonia huida
fundidas en un beso de pieles y eles
y zetas con sonidos de ches y eses
y encuentro de corridas y venidas, jotas
que son lo mismo y se dicen distintas.

La magia de las palabras creció siempre
y el tiempo era siempre poco y traidor
insuficiente y rápido y cada vez menos
dando siempre más a las fronterizas manos
que me tocaban y lo tocaban de nervios.
Las palabras se consolaron en esperas,
en labios con labios con pieles con pieles
y miradas con ojos extraños y tan de cerca
que nacieron raíces a mi vientre poblado
de soledades y realidades incompletas,
las llamas quemaron el recuerdo de aquél
primer cenicero al que fui fuego ardiente.
Las llamas quemaron el conformismo
todo ha sido un cambio de fuego y sol,
ahora tres lunas lo han sido todo y más
me pesa que sea lunes y ayer domingo
y que no haya otro tropiezo con aquella
desesperada casualidad que comenzó
pura y sigilosa, con palabras, cuerdas,
indumentarias, fronteras y patriotismos.

Me pesa que mi respiración ya esté seca
y no la mojes con tu tacto ido a mi rostro
poniendo a prueba mi fortaleza al no
y mi resistencia al sí con tanta música
y tus dichas miradas de mí divergentes
al cristal y a las personas mientras palabras
se sumaban siempre a la experiencia esa
que fuimos con sudor y luces casi tenues.

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