Encontré en mi descanso
congeladas las memorias
que dejaste en mi vientre,
heladas en este silencio
que está tan acompañado
de soledades y de sombras
que son tú y nada más.
Hallé en mi conciencia
todo lo que abandoné
cuando pasabas de prisa
por mis brazos dormidos
y los despertabas rojos...
Te encontré regalándome
unas lindas fotos caprichosas
que e tenían a ti conmigo
y estábamos atados allí
sonriendo y posando; amigos,
amantes, novios y deseos,
todo en aquellas fotos vi.
Estabas regalándome fotos
en manila amarillo y gastado
como todo lo que somos
un recuerdo, fotos y sobres...
Me diste todas nuestras fotos,
hasta las que no nos tiramos,
me las devolviste llorando
como un niño desafortunado,
me devolviste todos los días
que nos fundimos abrazados
en la niebla o bajo el sol.
Llegaste a devolverme todo,
me trataste tan gentil, amor
que quise regresar a nosotros
y quise decirte que sí; deseos.
Quise contestarte un sí firme
cuando me preguntabas tibio
si quería volver al amor aquél
de tontos, de risas y cosquillas,
pero me quedé inmóvil allí
y nada pude decir; terminó.
Nada pude decir y ahora bien
pienso en lo arrepentida que voy
por no haber aprovechado
tus deseos de regresar y de vez
amarte como lo deseo desde
que nos apartamos sin razones,
pero permanecí callada y sonó
la alarma del despertador...
No aproveché ese sueño, amor
en el que querías volver
y desperté para regresar a aquí,
a la rutina en la que nunca
regresarás a devolverme las fotos.
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