Te escribí líricas, cartas y halagos.
Suspiré por tu presencia siempre.
Bajé mi frente por puras pendejadas,
me esclavicé y te dí mis círculos.
Te regalé mi silencio y mis palabras.
Y por casualidad vi a los doce apóstoles
interesarse en lo que yo hacía por ti,
vi a la Monalisa seguir mis pasos,
Da Vincci tomó de mí, musa pa' pintar
las cosas hermosas que tenia para ti.
Madre Teresa de Calcuta me abrazó
para felicitarme por amarte tanto.
Ghandi dió un discurso sobre amor
con cada uno de mis latidos por ti,
como referencia.
Hitler amó mi humanidad y mi raza
al entender la grandeza de mis suspiros.
Todos se interesaron, a todos les importó,
a Pedro, a Juan, a Confusio, al Che,
a Simón Bolívar, a Bush y a Bin Laden,
a Marx le importó más. Todos, amor,
todos miraron con firmeza mis ojos
y sonrieron, se inmutaron en sonreír.
A todos les importó lo que soy por ti
y la pureza de mis sacrificios constantes
por mantenerte atento y así feliz...
A todos les importó menos a ti...
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