Mis expectativas han muerto ya.
No tengo nada en que tener
esperanza sobre tu frialdad.
Y me he cansado de entender
mi cobardía ante tu presencia,
porque aunque parezca difícil
y casi imposible comprender
estar en tu adictiva compañía
me da en cierto modo felicidad.
Y eres como el veneno silencioso,
te metes en mi sangre y me matas,
me haces débil, me haces frágil
ante la vida y con tu voz me atas
y me haces juzgarte mal. Precioso
es verte cruzar mi vida, solo verte.
Simplemente pido disculpas por esperar,
disculpas por querer tanto
que me hagas ser como tu droga
y por sentirme a diario como tu remedio.
Disculpa mi falta de empatía y madurez,
pero quiero encontrar lo que doy
y no consigo el correcto medio...
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