Un cuarto en Psiquiatría

Llegamos tan de repente como siempre a este rincón.  Miras a mis ojos y miro a los tuyos en silencio, aunque amaría escucharte decir unas de esas pocas palabras que convierten mi universo en un suspiro. El silencio sigue hostigador y contengo mi llanto para regalarte una sonrisa y hasta dos palabras, regalarte hasta mi esencia aunque duela por dentro. Me encargo de que parezca interesante el el tiempo, pero simplemente respondemos a la piel con un abrazo que comienza tímido y termina por arrancarme el corazón una vez y otra más. Yo no quiero que mi suerte esté a tus pies de nuevo, pero es inevitable que me convierta en tu esclava. En este rincón, sin quererlo, me robas la libertad y me vuelvo sumisa, por amor. Entonces, cada porción de aire que exhalas en mis mejillas es mi alimento, es lo que endurece y a la vez endulza mi alma, pero ni si quiera conozco lo que traes entre tus dedos para mí. ¿Sabes algo? Me estoy muriendo de ansias por escucharte decir todas esas cosas que piensas. Muero de ganas por conocer lo que encierra tu lejanía, tu silencio, tu pecho y todo tu aura. Muero de ganas por verte morir por mí como muero yo cada vez que llego verte. Siempre he muerto por tu vida y tu vida es la mía, tu muerte mi perdición. Quiero que sientas como sufro cuando sale el sol y pasan las horas sin escucharte. Quiero simplemente que te enteres de todo lo que sucede cuando te volteas y caminas. Si solo pudieras conocer lo que se siente ser una esponja de calor expuesta al frío...

Llegamos tan de repente como nunca antes a este rincón. Ya ha culminado esta velada y te sientes

realizado. Regresamos a nuestro embrión y somos oportunos en coincidir con un par de besos y una de esas despedidas de siempre. 

Nota: Cada línea viniendo de cualquier persona encierra una verdad del mundo o la historia de su mundo. ¿Esta cuál es? ¿Es la verdad de tu mundo o lo caótico del universo?