Somnolienta camino entre sillas,
si me da hambre no lo siento,
si me da el aire no me refresca,
si hace calor no llego a sudar,
el sol está y no veo su luz,
las nubes son figuras celestes,
el cielo es de cartulina suave
o de papel de traza como ese
que está en el cuartito treinticinco.
Las voces de la gente son arpas
desafinadas, rotas, inservibles.
Las caras son una distorsión
y no distingo a las personas.
Voy por aquí y por allá
sin rumbos específicos para ir,
pero tranquilos, no se asusten
que aun mi alma es auténtica,
aún aspiro a mil versos gigantes
llenos de todo lo que tengo.
Tranquilos que los duendes
aún me halan los pantalones
y sigo pateándolos, yo no caigo.
Tranquilos que la batalla la gano,
la batalla será mía completa
cuando duerma y recupere de vez
el tiempo perdido o invertido.
Estas son simples palabras
que uno dice cuando no duerme
el preciso tiempo, el tiempo que es
y cuando andas con los ojos
morados por el cansancio,
pero honestamente me alivia
saber que se acerca el momento
de encontrar mis cojines,
mis sábanas y mis almohadas
susurrandome de cuna una canción
que me haga soñar horas divinas...
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