Ayer recibí un tropiezo cerca de la media noche
y aproveché para gritar un poco de lo que tragaba,
pero no fue suficiente, no fue el mejor buche
que pude haber soltado cuando todo se trataba
de aprovechar el dolor de un golpe para hacer de vez
que saliera también el dolor del pecho, el del alma.
Luego de tanto arrepentirme por el desperdicio
de oportunidades únicas para derramar toda impureza
que se alimenta de mi alma como si su vicio
fuese generar en mis entranas cada gota de tristeza
que cree ser indispensable en mis horas de sueño.
Entonces cierro los ojos y sueño que todo tuvo fin,
que simplemente los días no son eternamente de sonrisas,
que las sonrisas no son eternamente eternas, en fin,
que cuando llegas simplemente todo olvido de prisa...
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